LUIS FERNANDO NORATO
Categoría: Servicio Humanitario y Voluntario
Luis Fernando recuerda que de niño, en una de sus visitas a la ciudad capital, vino con su mamá a comprar los útiles escolares y en un almacén de la Peatonal había una oferta de mochilas en la que por el precio de una le daban al comprador dos; y él en lugar de quedarse con la segunda, decidió regalársela a un vecinito; y ese recuerdo de compartir le quedó en la cabeza y fue creciendo con esa visión.
Este ejemplar joven tiene muchos planes en su vida, además de llegar a tener su centro de rehabilitación, pues en su curriculum ya cuenta con una licenciatura en Relaciones Públicas, un curso completo de cocina, aprendió inglés durante el año que vivió en Irlanda, actualmente se encuentra estudiando Portugués, y en este año inició la carrera de Derecho.
Desde hace 8 años, pero de forma regular desde hace once (11) meses, Luis Fernando, con el apoyo de unos 25 voluntarios, elabora 150 comidas para repartirles a indigentes en la Ciudad de Panamá.
“Hacer el bien sin mirar a quién”, es una frase que a veces algunas personas utilizan para expresar una idea en medio de una conversación o reunión, pero para Luis Fernando, un joven santeño de 33 años, esa frase se ha convertido en una razón de vida y el motor que lo impulsa.
Al principio eran 13 comidas, pero poco a poco la cantidad fue aumentando hasta que llegó a 50 platos, y con los años esa cantidad se triplicó hasta alcanzar los 150 que elabora de forma fija.
Cuenta que esta idea de ayudar a indigentes le surgió, luego de vivir durante un año en Irlanda, en Europa y ver cómo se apoya al necesitado, y tras su regreso a Panamá le tocó observar desde el balcón de su apartamento que a su alrededor había gente sin recursos y que necesitaba ayuda.
Para Luis Fernando, esta tarea se inicia cada martes con el planeamiento del menú, el cual una vez está listo lo difunde a través de redes sociales.
Gracias a esas donaciones, el costo del menú, dependiendo de lo que se vaya a cocinar, va desde los $80 hasta 150 dólares, ya que además hay quienes le donan los envases en los que se sirve la comida, los cubiertos y las cajas donde se organizan los platos, una vez están servidos para poder transportarlos a los puntos de reparto.
Cada sábado el equipo salen a repartir las comidas en Perejil, Curundú, San Miguel, Estadio Juan Demóstenes Arosemena, iglesia de Santa Ana, Barrio Chino, avenida México, Parque Porras, Hospital del Niño y Hospital Santo Tomás.
Luis considera que las personas de escasos recursos han sido vulneradas por el sistema, ya que su mente solo está inmersa en el sitio donde viven y no quieren ir más allá de su entorno, pero él y el equipo de voluntarios está dispuesto a seguir apoyándolo hasta donde pueda.